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30

jun 2016

El corazón ya no canta

30 de Junio de 2016. Luis Maria Gonzalez Fernandez

El corazón ya no canta

Ganó el PP. No hubo sorpasso. Resistió el PSOE. Cayó en votos y mantuvo escaños Unidos Podemos. Empezó el descenso Ciudadanos. Nacionalismos, más o menos, igual. De nuevo sin mayoría absoluta. Hará falta diálogo, mucho diálogo, pero urge tener gobierno. Y el partido que lidere la formación de gobierno -seguramente el PP- deberá negociar el programa, consensuar las leyes, acordar las reformas. Y llegará el turno del movimiento sindical. Pediremos la palabra. Recordaremos las actuaciones urgentes que, en nuestra opinión, el país necesita. La economía, la fiscalidad, el empleo, el mercado de trabajo, la renta mínima, la protección social, las pensiones o los servicios públicos, serán algunas de nuestras prioridades. Bueno, en realidad, las prioridades de la sociedad.

Tras los resultados llega el análisis. Y nada cambia. Es verdad que el mapa político ya no es el mismo que el de hace cuatro años. Que emergen nuevos partidos. Pero ya resulta extravagante hablar de “nueva política”. Los gestos, las respuestas y las primeras conclusiones de unos y otros no conocen contextos distintos, responsabilidades distintas, lenguajes distintos. Si me apuran, los nuevos han dejado de serlo con demasiada celeridad. Se acabaron las pruebas y los entrenamientos. Las promesas y el espectáculo. Cambió el envoltorio y cuando desembalamos el producto, todo nos resultó familiar. Y entonces, ¿dónde está la diferencia? Donde estuvo o donde debería estar: en el programa, en el discurso, en la estrategia, en las conductas, en los hechos, en los objetivos y prioridades para gastar el presupuesto, en el signo de las políticas fiscales y económicas, en los derechos de los que menos tienen, en el reparto de los esfuerzos según los posibles de cada cual, en las compañías y alianzas… La política es al fin y al cabo una herramienta para mejorar la vida de la gente. Y cuando alguien se sale del guión, con frecuencia acaricia la bufonada.

Quizás sorprenda el resultado del partido que más corrupción acumula y más recortes de derechos ha llevado a cabo. La democracia, con todas sus debilidades -por ejemplo, el alineamiento de los medios de comunicación y/o el fraude de las encuestas- nos sorprende a veces con estas cosas. Pero a las gentes de izquierdas nos preocupan más las ideas y acciones de quienes se proclaman como tal. No entendimos que tras el 20D estas izquierdas fueran incapaces de superar la investidura y alcanzar un acuerdo de gobierno, que no entiendan el valor del mestizaje. Seis meses después, la derecha ha acabado con todas sus dudas.

No bastan sonrisas y corazones. Deberíamos ser capaces de construir, con códigos laicos, cultura unitaria de izquierdas, para que no nos pase como a la canción de Pedro Guerra, “Corazón enfadado”: El corazón ya no canta. Estéril y desangrado, se le negó la canción y ahora quien canta es el fado. Y mira que me gusta el fado, pero…

Luis María González

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